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El domingo pasado envié un newsletter explicando la necesidad de frenar mi actividad, de regresar a mi centro, pues en las últimas semanas he estado haciendo bastante más trabajo del que puedo abarcar.

La verdad es que me pasé de vueltas, el error estuvo principalmente en comprometerme con más trabajo del que realmente podía hacer, muchas colaboraciones, asesoramientos y talleres, cosa que me llevó a trabajar durante semanas y semanas sin apenas respiro. En mitad de la vorégine ya presentí el exceso y llegué a plantearme si posponer alguna cosa, un training importante que me iba a tener una semana más, metida en la cocina, desarrollando y creando recetas, pero finalmente opté por no hacerlo, así que cogí aire y fuí a por todas.

La conclusión es que la semana pasada acabé por fin la maratón totalmente agotada mentalmente y triste por no haber sabido encontrar esos pequeños momentos diarios que todos necesitamos ofrecernos para estar realmente bien y poder ofrecer lo mejor de nosotros a los demás. Pero bueno, ¡ya pasó! Es curioso porque tan sólo dar el paso de aceptarlo y comunicarlo tuvo un resultado terapéutico y ha hecho que realmente baje el ritmo, aparque tareas y me conceda el tiempo que necesito para recuperarme y volver a trabajar desde la calma, la armonía, el amor y a mi ritmo, a un ritmo suave y apacible, al ritmo al que deseo vivir mi vida.

Así que esta semana opté por ponerme la agenda bajo mínimos. O mejor dicho, a proponerme objetivos reales y que me permitan respirar y salir a disfrutar un poco de estos días preciosos que nos está regalando este inusual otoño.

Con estos objetivos reales y suficientemente cómodos he encontrado fácilmente el tiempo de disfrutar de 15 minutos de sol en el jardín o improvisar junto a mi chico una salida en bici de medio día, en busca de un lugar con vistas, desde donde disfrutar de un batido. La verdad, ahora miro atrás y me parece una auténtica locura la vorágine de semanas de las que vengo, pasando 12 horas al día encerrada en la cocina y luego fotografiando y escribiendo las recetas, organizando documentos, en fin… para qué recrearme más. Ya pasó.

Y me siento inmensamente feliz y agradecida de volver a respirar de nuevo. Y estoy totalmente dispuesta y entregada a conservar esta paz interior, esta respiración profunda y calma recuperada que me indica que todo va bien de nuevo. ¡Y es que perder el norte es demasiado fácil cuando vivimos en un mundo acelerado. Olvidarnos de nosotros, de nuestras necesidades básicas puede resultar demasiado fácil. Son muchas exigencias del exterior. Pero basta darse cuenta, detenerse, replantearse qué es lo que se desea y recuperar el andar que deseamos llevar. A veces es tan sencillo como agendarse esas dos clases de yoga, zumba o baile que necesitas en tu semana o quedar una tarde con tus amigas.

Os cuento esto por dos motivos, porque quiero que sepáis que en mi caminar continúo siendo vulnerable y puedo tropezar y también porque se que siempre hay alguien que se puede sentir identificado con mi experiencia y mi reflexión quizás sirva de click para provocar una reacción. Porque para eso estamos ¿verdad? Para ayudarnos, motivarnos, inspirarnos, comprendernos, apoyarnos y tendernos la mano los unos a los otros, porque  todos podemos vernos reflejados en algún momento de nuestras vidas en los demás.

Y dicho esto (que me enrollo como una persiana, lo reconozco) ¿qué os parece si pasamos a la receta? Me hace mucha ilusión compartirla porque para los que tenéis deshidratadora, es una manera maravillosa de recuperar la pulpa de almendra sobrante de hacer leche de almendras casera.

Para los que no tenéis deshidratadora, no worries, la podéis hacer igual, utilizando el, horno, bajito, como a 150 o 120 °C  para que no se quemen. El tiempo no se cuanto será, pero imagino que media hora o una hora. Eso si,  no serán crudas, pero serán deliciosas y sanísimas igual.

Esta receta la hice para Conasi y podéis verla completa y con paso a paso en su blog.

CRACKERS DE ALMENDRA Y TOMILLO

Cantidad: unos 150 g
Tiempo: 20 minutos + 3 horas de deshidratado
Utensilios: deshidratadora

Ingredientes:

El resto de hacer leche vegetal con 1 T de almendras
1 C  de semillas de lino marrón
2 C de agua
½ c tomillo fresco
1’5 C de aceite de oliva
¼ c de sal de himalaya

Preparación:

  1. Pon a remojo las semillas de lino en el agua unos 20 minutos antes de hacer la receta.
  2. Pasado ese rato mezcla todos los ingredientes en un bol.
  3. Haz una bola y colócala entre dos hojas de teflex. Extiende con un rodillo en un grosor de unos 2 mm (muy finas).
  4. Pela la hoja que queda por arriba y lleva a la deshidratadora unas 3-4 horas. Cuando veas que se les puede dar la vuelta, coloca otra vez entre dos láminas de la deshidratadora y voltea. Continúa deshidratando hasta que queden crujientes.

Verás que la masa se agrieta al deshidratarse, eso es normal y es parte del encanto de estas crackers.

 

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14 comentarios en “Crackers de almendra y tomillo

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  1. Hola Elka.
    A que te refieres cuando dices en el punto 4 «Pela la hoja que queda por arriba y lleva a la deshidratadora»? Te refieres a que el papel de horno lo metes adherido a la masa que hemos hecho en la deshidratadora?
    Tengo la deshidratadora Dorrex de Conasi y me va muy bien pero si que es verdad que no me salen firmes, tal vez si le pongo el papel encima me quedaran mejor? debajo de la masa utilizo las siliconas que venden de Conasi también.
    mil gracias guapaa!!

    1. Hola Maria, en el punto 4 me refiero a que las crackers las has estirado entre dos hojas y para deshidratarlas sólo necesitas la de abajo (para que no se peguen a la rejilla) sabes que? la proxima vez prueba a hacerlas con papel de honear. YO tuve la dorrex de conasi y esas láminas de silicona no van muy bien para deshidratar, precisamente porque son muy gruesas y no permiten un secado rápido. Yo al final prefería utilizar papel de horno. Otra cosa que puedes hacer es comprar las de las de teflex y recortarlas para hacer un círculo :) Un abrazo! elka