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Madre mía, tengo la sensación de que hace años que no me siento a escribir una publicación. Quizás hace dos semanas, quizás tres… no lo se, pero ahora que me siento, me parece una eternidad.

Bueno, ya estoy de vuelta, infinitamente más tranquila y relajada. Trabajando, si, mucho, pero desde la calma y muy feliz, agradecida porque en estos días estoy de lleno en un encargo que me ha hecho una marca de electrodomésticos y que me hace mucha ilusión. Ya os contaré cuando pueda hacerlo.

Tras ese newsletter que os envié, en el que os contaba que necesitaba frenar, que sentía que la vida se me escurría entre las manos, sin tiempo de respirar, haciendo, haciendo, haciendo todo el rato sin apenas descansar. Eché el freno. Y lo hice de manera muy sencilla, simplemente minimizando mis actividades y compromisos. Retiré esas pequeñas tareas “prescindibles” que sentía que me ahogaban. Reduje mi agenda a objetivos reales, como tres tareas al día y tan sólo una importante, de tal manera que he podido llegar a todos mis compromisos, respirando tranquila, sin necesidad de correr y sin sentirme mal porque dejarme cosas sin hacer. Y lo más importante de todo: con tiempo para regalarme a diario para salir con la bicicleta o hacer un poco de yoga. Suena a muy básico, ¿verdad? pero estoy segura de que puedes sentirte identificada con lo que cuento… ¿quién no ha entrado alguna vez una espiral? lo importante es darse cuenta y saber rectificar.

La vida se vive de otra manera así. Mucho mucho más apacible, placentera y con sentido para mi. Esta es la manera en la que yo quiero vivir mi vida. A veces es necesario tropezar, para entrar en razón y reconciliarse con uno mismo.

Y desde esa calma tan placentera que me acompaña, he encontrado el tiempo de  para hacer lo que hoy traigo: una receta/regalo, que me hace mucha, muchísima ilusión.

Y es que si miro atrás, los años que llevo vividos y remonto lejos, cuando tenía 17 años, puedo ver a esa Elka que viajaba constantemente por el mundo, por motivos de trabajo, cocinando galletas para regalar a todas las personas que iba a visitar o que me acogían en sus casas. Era mi demostración de agradecimiento, por su hospitalidad.

Luego dejé de viajar y me acomodé en Barcelona, si algún amigo cumplía años, era yo quién se encargaba de la tarta de cumpleaños. Me encantaba hacerlas y me encantaba acompañarlas de alguna manualidad. Sin necesidad de hablarlo, amigos daban por hecho que el día de la fiesta de su cumpleaños, la tarta llegaba conmigo.

Siempre me ha gustado regalar comida hecha por mi, especialmente dulces, pero eso es porque soy de paladar goloso :). De hecho, ahora que lo pienso, a día de hoy continúo haciéndolo, pero mi forma ha cambiado y se ha convertido en un blog , de alguna manera, desde aquí os continuo obsequiando ¿verdad? Y es que para mi, entrar en la cocina, es sinónimo de felicidad, me encanta cocinar, me encanta que mi vida y mi trabajo giren en torno a ello, porque con nada me relaja y me hace disfrutar más, que inventando o cocinando un plato. Sobretodo ahora, que los hago especialmente sanos, así que tienen doble intención.

Como estas galletas de hoy, mi versión de las clásicas ginger cookies, si supieseis cuanto he disfrutado imaginándolas, creándolas y ajustándolas, hasta dar con la fórmula final de la que estoy sumamente orgullosa. Han quedado tan-tan-tan ricas. Son exactamente como las había imaginado, eso si, reconozco que me ha costado un par de intentos, las primeras las iba a dejar de decoración, pero mi chico se las comió :)

Y es que esta navidad me apetecía muchísimo haceros un regalo, que vosotras a la vez podáis regalar, si os apetece. De ahí nace esta idea de idear unas galletas cuyos ingredientes se pudiesen poner al completo en una caja o tarro de cristal.

La idea es que busquéis un tarro bonito (o una cajita) un corta-galletas y preparéis vosotros mismos los ingredientes, los coloquéis dentro del tarro (como indico en el paso a paso) y se lo regaléis a alguien a quién queráis hacer feliz y sorprender con estas deliciosas galletas. Que la persona agraciada pueda deleitarse y comprobar lo deliciosas que pueden estar unas galletas hechas con ingredientes 100% naturales, vegetales y sin procesar, hechas sólo con frutos secos, cereales, especias y dátiles. Sin huevos, sin mantequillas ni margarinas ni azúcares refinados. Que las haga en su casa, con su familia y disfruten de la alegría de cocinar juntos. Bueno, claro está, esto es sólo una idea que ronda por mi imaginación.

Por supuesto también las podéis hacer y hornear vosotros mismos y regalarlas ya hechas… o podéis hacerlas y quedároslas ¡faltaría más! hahaha. Sea como sea, estoy muy segura de que las vais a disfrutar mucho. ¡Son tan riquísimas!

Sinceramente, creo que he hecho estas galletas con tanto amor, intención y cariño, que si os animáis a hacerlas mi súper energía positiva va a alcanzar vuestro hogar y hacer de estas galletas un éxito mega rotundo. ¡Así que estate preparada para volar!

Y como bonus track. Acompaño esta receta, con una plantilla imprimible que tiene las tarjetas de regalo y la postal con el paso a paso, por si os animáis a regalarlas, que las podáis acompañar con todo el pack :-)

Pincha aquí para descargar las tarjetas.

Bueno, espero que os gusten mucho, muchísimo. A mi amiga Marta le han encantado, tanto que voy a hacerle más

Dos comentarios a cerca de los ingredientes:

La avena y el trigo sarraceno, si quieres, puedes compraros en harina directamente y si decides molerlos en casa, hazlo hasta conseguir una harina fina.

Que los dátiles sean tiernos, muy tiernos, de la variedad Deglet Nour está bien, pero fíjate que sean carnosos y tiernos, eso hará que la masa sea fácilmente moldeable.

GINGER COOKIES, MI REGALO DE NAVIDAD

Cantidad: 18 – 20 galletas
Tiempo: 40 minutos
Utensilios: procesador de alimentos o similar

Ingredientes:

½ T de nueces
½ T de sésamo crudo
½ T de copos de avena sin gluten (o harina de avena)
¼ T de trigo sarraceno (o harina de trigo sarraceno)
3 c de canela molida
4 c de jengibre molido (podría ser menos si son para niños!!)
¼ c de vainilla en polvo
¼ c de cardamomo en polvo
1 c de ralladura de naranja
1 c de ralladura de limón
30 dátiles tiernos Deglet Nour

Preparación para montaje del tarro:

Precalienta el horno a 180 °C

1. Tritura por separado el sésamo, las nueces, la avena y el trigo sarraceno en un molinillo, procesador de alimentos o personal blender. Las harinas tienen que quedar lo más finas posibles, pero con cuidado con el sésamo y las nueces para que no se hagan “manteca”. Reserva.

2. Mezcla las especias y la sal con la harina de avena y trigo sarraceno. Reserva.

3. Mezcla las ralladuras con las harinas de las nueces y el sésamo. Reserva.

4. Deshuesa y trocea en tercios los dátiles. Reserva.

5. Para hacer el montaje en el tarro que hayas escogido, haz la primera capa con la harina de las semillas, luego pon los dátiles y presiona un poquito, añade por último la mezcla de harinas de sarraceno y avena y cierra el tarro. Etiqueta, imprime las instrucciones y prepara para regalar

Preparación para hacer las galletas:

1. Tritura por separado el sésamo, las nueces, la avena y el trigo sarraceno en un molinillo, procesador de alimentos o personal blender. Las harinas tienen que quedar lo más finas posibles, pero con cuidado con el sésamo y las nueces para que no se hagan “manteca”. Reserva.

1. Pon todas las harinas obtenidas en el robot de cocina, añade las especias, las ralladuras y la sal y tritura para que todo se mezcla bien.

2. Luego añade los dátiles y vuelve a triturar hasta que que quede una masa pegajosa y moldeable. Si te parece que tienes que añadir algún dátil más para que la masa se pueda moldear, añade uno o dos, con cuidado de no pasarte, pues si no seré demasiado dulce y pegajosa (si eso sucede, vuelve a rectificar con un poco de harina).

3. Cuando esté lista, retira del robot y haz una bola. Coge dos hojas de teflex, silicona o papel de hornear antiadherente y coloca la bola entre los dos. Aplasta con la mano y extiende con un rodillo hasta obtener un grosor de unos 6 mm.

4. Con la ayuda de un corta galletas (en forma de ginger man, para navidad) corta la masa, verás que son blanditas, así que trátalas con cariño. Coloca las galletas que vas haciendo en una bandeja de horno forrada con papel de hornear.

5. Si les quieres hacer un agujero para pasar una cuerda y poder colgar del árbol, puedes hacerlo con un palito de plástico de “chupa chups”. Y para que sea más fácil hacer el agujero, pon las galletas unos 3-5 minutos en el congelador, para que se endurezcan un poquito.

6. Lleva a hornear unos 7 minutos. Hasta que se doren . ¡Pasado ese rato ya estarán listas! Ten en cuenta que tienen que salir del horno algo tiernas, pues se acabarán de endurecer al enfriarse, esto es muy importante, ¡pues si no serán muy duras y difíciles de morder. lalakitchen-ginger-cookies-vertical1-web

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60 comentarios en “Ginger cookies. Mi regalo de Navidad

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